En muchas ocasiones la ira y la agresividad son motivo de consulta psicológica, puesto que hay muchas personas que tienen problemas para controlar sus ataques de ira. Hay terapeutas que están especializados únicamente en estas dos emociones, lo que nos indica que hay un gran número de personas a las que les afecta.
A continuación te proponemos una serie de consejos para controlar los ataques de ira que mas tarde explicaremos:
La ira es una emoción que está relacionada con el impulso agresivo, muchos expertos indican que es la respuesta que expulsa nuestro cerebro para atacar o huir de un peligro. Por otro lado la ira se caracteriza por síntomas como; incremento del ritmo cardíaco, de la presión arterial, de los niveles de noradrenalina, y adrenalina en sangre. Las personas que sufren estos ataques suelen experimentar también enrojecimiento, sudor, tensión en los músculos y un aumento de la respiración.
La ira puede surgir como respuesta a un estado de inseguridad, envidia, miedo o incluso cuando no tenemos la capacidad para afrontar una situación concreta, pudiendo incluso llegar a herir a las personas de nuestro entorno y a nosotros mismos.
Por tanto la ira y la agresividad suelen aparecer en situaciones que el individuo percibe una situación de amenaza. Lo que nos indica que la ira se sustenta por sentimientos como el temor, el miedo, la frustración y el cansancio.
Cuando estamos ante un estado de frustración podemos reaccionar de varias maneras, una de esas reacciones es la ira, en cambio la agresividad es la manifestación exterior de la rabia que sentimos.
Las emociones que todos sentimos tienen una determina función. Por ejemplo, en el caso de la ira, el cerebro provoca dicha emoción para prepararnos para efectuar un esfuerzo muy grande que nos permita superar la dificultad que se nos ha presentado.
La ira suele aparecer en tres facetas distintas:
Aprender a controlar los ataques de ira pasa por aprender a racionalizar y controlar las emociones e impulsos irracionales, así como relativizar las reacciones que nos produzcan determinadas circunstancias de la vida. Por tanto un factor clave para manejar la ira y la agresividad es el autocontrol. A continuación te proponemos una serie de consejos para controlar dichas emociones.
Cuando algo que consideramos injusto nos sucede y no reaccionamos, lo que hacemos es acumular ira y enfado. Por ello tarde o temprano todo el enfado que tenemos aculado acabará explotando y dando lugar a un episodio de violencia verbal o física. La forma correcta de afrontar por tanto los problemas es con asertividad y control.
En algunas ocasiones cuando algo no nos sale como habíamos planeado tendemos a sentirnos frustrados, en estos casos la empatía es fundamental, pues es lo que hace gestionar la frustración, controlar la ira y aceptar lo que ha sucedido. Esto nos indica que no debemos tomarnos las relaciones interpersonales como un juego en el que se gana o se pierde.
Es necesario pararse a pensar y analizar si la reacción emocional que estamos teniendo es la adecuada y está justificada. Pues en muchas ocasiones no pensamos antes de actuar, estallamos en un arrebato de ira. En esos momentos es necesario meditar porqué reaccionamos de ese modo y en las posibles consecuencias que puede desencadenar esa reacción.
Cuando estamos muy agotados físicamente o no dormimos lo suficiente nuestras reacciones de ira o agresividad suelen ser mayores, ya que tenemos menos recursos para gestionarlas. Por tanto es necesario dormir las horas necesarias, ya que cuando estamos descansados analizamos de una manera más óptima las situaciones.
Existen diferentes métodos para relajarse y prevenir la ira, algunos de ellos son; practicar deporte, el yoga, la meditación, tomar un baño de agua caliente o cualquier método que nos ayude a distraer la mente.
Una buena técnica de relajación es la de respirar profundamente durante al menos 20 segundos, esto hará que nos calmemos y expulsemos la negatividad que sentimos.
Es fundamental que evitemos aquellas situaciones que aumentan nuestra ira y que evitemos a personas que consiguen sacar lo peor de nosotros, es decir, las conocidas personas tóxicas. En las ocasiones que no tengamos más remedio que relacionarnos con este tipo de personas sería necesario conversar con ellas e intentar reducir los problemas en vuestras interacciones.
Si tienes mucha dificultad para controlar estas emociones puedes recurrir a la ayuda de un psicólogo, sobre todo si has llegado al punto de que los comportamientos agresivos son muy frecuentes. La terapia en estos casos emplea técnicas de control emocional que ayudan a manejar la agresividad.
Esperamos que este artículo te haya servido de interés y si tienes algún problema de de ira los anteriores consejos te ayuden a controlarla. Si en cambio crees que necesitas la ayuda de un profesional para ataques de ira puedes venir a nuestra Clínica de Psicología en Espinardo.